LA DANZA EN LA HISTORIA DEL ARTE
Seguramente cuando os preguntan sobre danza dentro de la historia del arte, únicamente se os vengan a la mente cuadros como La clase de baile de Edgar Degas, aunque muchos de vosotros quizá no sepáis de qué os estoy hablando, y mucho menos de quién. Por ello, dado que la danza forma parte de mi ADN desde bien pequeña, y mi admiración por el arte en todos sus aspectos sigue creciendo a día de hoy, os vengo a hablar sobre la figura de las bailarinas y el mundo de la danza dentro de la pintura.
Partiendo de que la danza es el arte basado principalmente en la expresión corporal junto con una música determinada, y cuyos fines son artísticos, de entretenimiento o de carácter religioso, sabemos que se trata de una de las artes más antiguas, encontrándonos así con pinturas del antiguo Egipto que ya representaban este tema. Sin embargo, el auge que tuvo la representación de la danza y sus bailarinas, no se dio hasta los siglos XIX y XX de la mano de grandes artistas como Renoir, Munch, Henri Matisse o Toulouse Lautrec.
Sin embargo, y en cuanto a lo que nuestra cultura respecta, autores como Goya representan en sus obras los distintos bailes regionales y danzas que se realizaban en Madrid por aquella época, destacando así obras como Baile a orillas del Manzanares, en la que encontramos majos y majas bailando las seguidillas, uno de los bailes populares principales de Madrid y Castilla la Nueva, o su obra La Gallina ciega. En ella, el artista representa un grupo de mozos y mozas realizando danzas goyescas y bailes de Escuela Bolera como son los fandangos, los panaderos o los boleros. Todos ellos, se solían bailar durante romerías y verbenas; danzas caracterizadas por la elegancia y la gran técnica necesaria para su realización.
La Gallina ciega. Francisco de Goya y Lucientes.
Otro de los autores españoles que basó gran parte de su obra en representar las figuras de las bailarinas es el pintor valenciano Joaquín Sorolla. Su obra se caracteriza por un gran trato de la luz y los colores, siendo catalogado como iluminista además de impresionista y postimpresionista. Asimismo, cabe destacar como tal fue su pasión por mostrar en sus obras el arte del baile español, que el Ballet Nacional de España, optó por crear en 2013 una coreografía con el nombre de “Sorolla”.
Sevilla. El baile. Joaquín Sorolla.
Por otro lado, nos encontramos con autores andaluces como Manuel Cabral o Julio Romero de Torres, cuyos objetivos principales eran mostrar el costumbrismo de su tierra dentro del Romanticismo español. Mientras que el primero de ellos basa su obra principalmente en escenas de procesiones sevillanas y el folklore andaluz, cargando sus pinturas de una gran riqueza cromática, el segundo de estos opta por el retrato femenino andaluz dentro de la cultura del flamenco. Sin duda, todos ellos cuadros de gran belleza.
Un bolero. Bailarina. Manuel Cabral.
Alegrías. Julio Romero de Torres.
Finalmente, sabemos que la cultura del flamenco cala mucho más allá de nuestras fronteras, encontrándonos así con autores como el pintor inglés George Owen Wynne Apperly, quien pasó gran parte de su vida en la ciudad de Granada. Como era de esperar, dicha ciudad conmovió tanto al autor, que se convirtió en su principal fuente de inspiración, dejándonos cantidad de pinturas que reflejan la danza andaluza.
Andaluza. George Owen Wynne Apperly.
Sin duda, todas y cada una de estas obras, son una manera más de inmortalizar las danzas regionales que nos siguen acompañando hasta nuestros días a aquellos que nos mueve la danza, especialmente la danza española. ¡Que no quede en el olvido lo espectaculares y divertidas que son!
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